Cuando me dijeron que tenía que entrevistar a Marea en un céntrico hotel de Valencia, la primera pregunta que me surgió fue ¿Y quienes son estos? Siendo sincero, había oido algo de “20 duros de felicidad” pero ya muy metidos en el euro casi me sonaba a banda de otra época cuando ni tan siquiera sabia ni el aspecto que tenían.
Paciente, repasando las preguntas vi aparcar una enorme furgoneta negra en la puerta desde el cómodo sofá del hall del hotel, de donde vi salir a un melenudo, a un ciclista, a un híbrido indescriptible, al batería de Bon Jovi y detrás de todos el patriarca del clan Marea. No pasarían más de 20 segundos desde que se situaron y yo me hice ver, pero me sobró tiempo para entender que Marea no era el morlaco de plaza de segunda que creía, sino más bien propio de la Maestranza o de la propia Las Ventas.
Después de todo, llegó el momento de la foto. No hacía falta que se movieran. Para mí era la situación perfecta porque era lo que representaban en ese momento en mi cabeza. Tan solo sentía en mí, el rol de lo que nunca sería: director de colegio. Un papá orgulloso de sus niños de pie con esa actitud de “¿Qué maestro, ve como no son tan malos mis niños?” y esos cuatro descompasados cabrones haciéndome con su mirada esa pregunta silenciosa que retumbaba en mi cabeza ¿Señor director qué tiene que decir ahora?
Cesar con esa cara de niño bueno, de heavy calmado que tanto me recuerda a mi amado Dave Murray. Kolibrí con esa sonrisa sarcástica llena de inteligencia deseando acabar aquello mientras se frota las manos pensando en volverse a subir a su bicicleta. Piñas con esa ceja desafiante pensando eso que todos hemos pensado alguna vez delante de un maestro y que está penado por la ley, y Alen, pues a lo suyo, con su eterna sonrisa como si yo llevara tacones de aguja, minifalda y escote generoso a la vista de todos.
Días después descubrí en un pabellón lleno, que Marea con su disparidad de caracteres, su desigual imagen, su complejo modus operandi y su ecléctico Rock n Roll eran mucho más de lo que pensé cuando me hice la pregunta del principio.
Simplemente entendí que Marea eran mucho más que 20 duros de felicidad.